Cuando se piensa en el hecho de que el cuerpo humano está constituido por
miles de millones de células en actividad casi constante y que
sorprendentemente muy pocas de ellas se apartan del funcionamiento apropiado se
puede tener una idea de cuan magnífica es la maquinaria del cuerpo. El trabajo
en común de ese enorme conjunto de células se trata de tener siempre en un
cierto balance que permite mantener relativamente estables las condiciones
interiores del organismo aunque cambien las condiciones externas. Para definir
esa capacidad de estabilización se utiliza el término de homeostasis.
Aunque la palabra significa literalmente "inalterable" la
homeostasis no es en realidad la representación de una situación estrictamente
estática y mas bien se refiere a un estado dinámico de equilibrio o balance
donde las condiciones corporales puede variar pero siempre en un estrecho rango
"permisible".
La homeostasis (del griego homos , ‘similar’, y stasis, ‘estado’, ‘estabilidad’ es una propiedad de los organismos vivos que consiste en su capacidad de mantener una condición interna estable compensando los cambios en su entorno mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior (metabolismo). Se trata de una forma de equilibrio dinámico que se hace posible gracias a una red de sistemas de control realimentados que constituyen los mecanismos de autorregulación de los seres vivos. Ejemplos de homeostasis son la regulación de la temperatura y el balance entre acidez y alcalinidad (pH).
Mecanismo
básico de control de la homeostasis
Para mantener cada uno de los numerosos factores o variables que deben
estabilizarse en el cuerpo existen básicamente tres componentes
interdependientes en su mecanismo de regulación.
1.- Receptor: que es algún tipo de sensor que se mantiene vigilando
el ambiente que lo rodea. Este receptor responde a los cambios que se producen
(estímulos) y envía una señal de entrada al próximo eslabón de la cadena (el
centro de control) a través de la vía conocida como aferente.
2.- Centro de control: el centro de control conoce el "punto de
ajuste" (o el rango) que debe ser mantenido de la variable y decide la respuesta
o modo de acción adecuados en dependencia de la entrada recibida.
3.- Efector: es el que provee la forma de acción que permite al
centro de control tomar una acción determinada. La vía por la que la salida del
centro de control llega al efector se llama eferente. La acción del efector es
una retroalimentación que influye sobre el estímulo, o bien atenuándolo
(retroalimentación negativa) o bien exaservándolo en ciertos casos para
incrementar mas aun el estímulo (retroalimentación positiva).
Retroalimentación negativa
La mayor parte de la regulación de la homeostasis se hace a través de
mecanismos de retroalimentación negativa, en estos casos la respuesta del
sistema elimina el estímulo o reduce su intensidad oponiéndose al cambio
sensado para devolverlo al valor "ideal". Un buen ejemplo de este
tipo de respuesta es el caso del retiro rápido de la mano cuando se toca un
objeto caliente. En este caso el sistema nervioso juega el rol protagónico en
la acción sensorial y de respuesta.
Retroalimentación positiva
La retroalimentación positiva incrementa o exagera el estímulo original y
es usual en eventos infrecuentes que no requieren una regulación continua.
Típicamente esta retroalimentación produce una serie de eventos que tienden a
auto-perpetuarse, de forma que una vez iniciados se amplifican o se desarrollan
como un efecto cascada.
La retroalimentación positiva fácilmente se sale de control y rara vez se
usa como modo de mantener el bienestar del cuerpo, sin embargo, hay ciertas
situaciones en las que este tipo de mecanismo juega un papel beneficioso. Un
ejemplo de esta situación se produce en el parto durante el cual se segrega por
el hipotálamo la hormona oxitosina la que causa una mayor frecuencia y potencia
en las contracciones de los músculos involucrados en el nacimiento del bebé (lo
que es una respuesta que aumenta el dolor que se siente en lugar de tender a
reducirlo) hasta tanto se produce el nacimiento, momento en el cual la
segregación cesa, poniendo fin al mecanismo de retroalimentación positivo